
Se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del
período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización
Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue
Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los
Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica y antisemita.


Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la mayor parte de los casos marginales (denominados
neofascistas o
neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa demonización a que se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra que condujo a algunos de los mayores desastres humanos de la historia.


En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado crimen de odio), su propaganda (especialmente el negacionismo del Holocausto) o la exhibición de sus símbolos.
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