burbujitas

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martes, 7 de septiembre de 2010

PATRICIA PETIBON



Que ningún purista del repertorio operístico francés se acerque a esta nueva grabación de la simpar Patricia Petibon, porque puede sufrir un infarto. Este disco que nos propone la soprano francesa, el primero en la que parece que será su nueva discográfica, se debe oír sin prejuicios, con muchas ganas de pasar un buen rato y total sentido del humor, pues las múltiples licencias que se toman tanto ella como Yves Abel pueden ser malinterpretadas, y sin falta de razón. Aún me hace reír la cara de escándalo de algunos a los que hice oír su inigualable -¡esperemos!- versión de la famosa aria de Olympia de Les Contes d'Hoffmann, o Les Filles de Cadix de Delibes, aria que orquestada resulta ya de por sí lo suficientemente kitsch.Sin embargo, quien suscribe debe confesarles que ha sucumbido irremisiblemente a los encantos que la soprano francesa despliega, por ejemplo, en J'ai deux amants de Messager, pues de las numerosas opciones que el mercado ofrece, es la mejor versión con diferencia, llena de maliciosa ingenuidad, canto sensual -para lo cual nos regala unos rubati deliciosos- y una elegancia fin-de-siècle absolutamente arrebatadora.Tampoco tiene precio la pieza con que finaliza el disco, una genial sátira a las múltiples vocalises y variaciones de la historia sobre un ridículo texto de amante despechada: el parlato final es divertidísimo.



Pero también hay lugar para escenas serias, como las de Manon o Lakmé, donde si bien no puede competir con las excelencias vocales de su compatriota Natalie Dessay -cuyos timbres son asombrosamente parecidos- sale más que airosa de la mayoría de dificultades con un canto firme, de elegante línea a la que priva de excesos y gran seguridad en el registro más agudo.Yves Abel y la Orquesta de la Ópera de Lyon son el perfecto acompañamiento en esta fiesta musical, así como la emergente mezo Karine Deshayes, que aparece en el celebérrimo "Dúo de las flores" y la Barcarolle de Giulietta y Niklausse.Paradójicamente, un disco casi más cerca del comercial crossover que del típico recital operístico se va a convertir en un imprescindible para cualquier aficionado a la buena música. No se lo pierdan, pero tampoco abusen de él...



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