En ambos casos, el resentimiento se manifestaba, en el plano internacional, en contra de los más claros vencedores (como Inglaterra, Francia o Estados Unidos); mientras que en el plano interno se volcaba contra el movimiento obrero (sindicalistas, anarquistas, comunistas, socialistas) o el peligro real o imaginado de una revolución comunista o incluso una Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, o cualquier otra fantasmagórica sinarquía oculta en cuya composición incluyera a cualquier organización que los fascistas juzgasen transnacional y opuesta a los intereses del Estado, como el capitalismo, la banca, la bolsa, la Sociedad de Naciones, el movimiento pacifista o la prensa.
Sobre todo en el caso alemán, se insistía en la convicción de pertenecer a un pueblo o raza superior cuya postración actual se debe a una traición que le ha humillado y sometido a una condición injusta; y que tiene derecho a la expansión en su propio espacio vital (Lebensraum), a costa de los inferiores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario